jueves, octubre 26, 2006

Macedonio Fernández (Argentina)





















POEMA DE POESÍA DEL PENSAR

A Jorge Luis Borges, con devolu­ción de la Luna, este deterioro de astro­nomía o Astronomía de Enfrente. (*)

(*) El primer texto de Astronomía de Balcón, adición americana al vistoso juego de tópicos que subdividen la sublime Clasificación de las Cien­cias, se le envidia a Borges desde el título: Luna de Enfrente. Para estar agrádeciblemente donde aplauden arrímasele la presente aportación; péguesele glo­ria al escudero. Por lo que la Astronomía de Balcón, que es una sola, queda ya con dos textos. Ya está así anunciada una Astronomía Poca que alguna vez saldrá impresa y hasta extensa. Se habrá de reconocer entonces que de Astronomía Poca se sabe algo en nuestro país; contaremos con alguno aquí que vea más allá de su nariz, que astronomice.


intento de esta poemática

La máxima esperanza de Poesía es que el mundo (la Contingen­cia) sólo exista por consentimiento de la Conciencia en su naturaleza de amor, que como tal vive de lo idéntico y por ello aquiesce a ese modo de lo idéntico que es la regularidad, la uniformidad.
Lo que se ha llamado la "metafísica" de Poe es la metafísica que no pudo esperarse de un poeta, la de las moléculas; la me­tafísica del poeta es la naturaleza de la conciencia en su aptitud de recepción activa del acontecer o contingencia.
La poesía es cada acto de esa aceptación. ¿Por qué será que le place a la Conciencia ese consentimiento?
Mi intento presente es una poemática del pensar especulativo. Por ejemplo: nos preguntamos no qué inteligibilidad explica sino qué poesía justifica estos hechos:
—La Muerte, o sea la multiplicación de los mortales en lugar de la continuidad o persistencia de un Inmortal; lo ocioso, aparente de rehusar la inmortalidad y sustituirla por la multi­plicidad de muertes y nacimientos.
—La involuntariedad de la Voluntad; existimos por casualidad como sobrevivientes y sin embargo, somos la Voluntad; la Voluntad de Vivir existe por casualidad; ¿por qué la Vo­luntad de vivir ha creado la subsistencia de la especie, con fragilidad de los individuos por la inexorabilidad del mundo mecánico?
—Por qué hay Imágenes, por qué hay Memoria, por qué hay el Ensueño; ¿necesito, cuando sueño que estoy asustado, la imagen del asesino?; estoy asustado durmiendo, nada más; para qué el mundo, si no por eso voy a dejar de sentir odio, ternura, deseos.
—La invención del Pasado, que nos hace aparecer sobrevivientes, ridiculizados por una inmensidad de Nada anterior a nues­tro ser, como una espumita en una inmensa ola. ¿Por qué existió Grecia, que es una imagen, y no existen el trueno y la lluvia que tan netamente me represento y que sucede­rán el año que viene?
—La Crítica de lo Dado, que niega, rehusa admitir lo Dado, o sea el Mundo imponiéndose al espíritu.
—Por qué ligamos causalmente un campo de principio hedónico con un campo de principio longevístico: la psique y el cuer­po. La psique con esto pierde toda gracia de su ser que es el variar y acontecer sin causa.
Mi poemática del Pensar intentará la transcripción de lo que pasa en la conciencia en los momentos en que acepta emocionalmente un modo doloroso del darse real; pero la poesía está en cada uno de estos actos de consentimiento. Artista es el que transmite de algún modo esos momentos concien­cíales, describe, historia un momento de aceptación de la contingencia no antes querida por el alma.
Es pueril llamar "explicación" al aferramiento del hecho ante­rior a un hecho; "explicación" es hallar la justificación es­tética —es decir conforme con las apetencias del alma, de la conciencia— de cada uno de las aquiescencias del universo por el alma, bajo la hipótesis de la voluntariedad integral, de la Recepción Activa que antes de Max Scheler advirtió William James.
Todo el pensar construcciones o estructuras (materiales) para correlacionarlas y ponerlas una a una como contrafiguras de los hechos de conciencia (el mundo external como correlato de secuencias de lo sentido, de las series psicológicas), es un pensar impráctico, una invención libre, que no podría jus­tificarse sino como uno de los modos estéticos, no como un modo de conocimiento pasivo.
Esta persecución de componer, descubrir estructuras de lo mate­rial correlativas a los fenómenos morales parecería, así, casi una especie de necesidad estética de la conciencia, puesto que no es práctica, no es requerida para la acción intraconciencial; parecería un momento de aceptación de la contin­gencia o mundo por la conciencia o alma, como dije. Y esta aceptación constituye lo que yo llamaría poesía del pensar, ya que no se trata del pensar utilitario. El ejemplo funda­mental lo da la totalidad del cosmos, que es en grande lo que en el ensueño es la imaginería: ambas son pretextaciones que se da a sí la conciencia, porque si soñando siento miedo o viva alegría ¿para qué invento la imaginería de una agresión o incendio o de una fiesta? ¿Por qué no me con­tento con sentir miedo o alegría sin motivación conocida, sin imaginería? Los tigres que causan miedos y los miedos que causan tigres —Realidad, Ensueño— son dos parejos mo­dos de la Pretextación. ¿Y ésta para qué? No lo sé. Lipps quizá lo explica.
Lo mismo puede ser que hayamos inventado así al cosmos: como el total paisaje de las pretextaciones de la conciencia para su sentir.

Metafísica-estética de este poema a la Luna

Lo que estamos buscando es adivinar cómo nuestra conciencia dio aceptación a lo mecánico, cuándo, por qué ocurrió en esta conciencia que poseemos, que somos (y sin embargo sólo conocemos por Labor (*), no por mero ser nosotros ella); y sabiendo que la Luna era poema, era del alma, la dejó entrar a aparente sujeción, a deslizarse, a ascensos y descensos en un pentagrama de leyes.
¿Por qué aceptó la Conciencia que la Luna apareciera y desapareciera por su inserción fija en series fenomenales mecánicas? La conciencia pudo negarse, no sentirla ni verla, como a todo lo que no quiere que ocurra mecánicamente.
Después de cada una de esas aceptaciones, la conciencia se complace en una uniformidad, en una regularidad que confirma su identidad. Porque una de las apetencias de la conciencia es la identidad de lo que le es grato, la Luna; por ello concede la regularidad del fenomenismo lunar para que así la Luna sea siempre la Luna, porque sólo lo idéntico es amado, lo que pierde su identidad instante por instante nunca es amado; amor repugna a lo no idéntico.


(*) La de ordenación de los fenómenos psíquicos: los percibimos por tra­bajo de esfuerzo mental, no por el sentir cada uno de los elementos de la sucesión o del juego de simultaneidades; no nos vale llamar Objeto Inme­diato a la Psique si faltando el trabajo de atención indirecta lo ignoramos lo mismo que a los mediatos, desconocemos qué ha ocurrido en la psique, pro­lijamente, en sus detalles.

viernes, octubre 20, 2006

Carlos Drummond de Andrade (Brasil)











Carlos Drummond de Andrade

Poema de siete faces

Cuando nací, un ángel tuerto
de esos que viven en la sombra
dijo: Ve Carlos, a ser gauche en la vida.

Las casas espían a los hombres
que corren tras las mujeres.
La tarde tal vez fuese azul,
si no hubiera tantos deseos.

El tranvía pasa lleno de piernas:
piernas blancas negras amarillas.
Para qué tantas piernas, Dios mío, pregunta mi corazón.
Sin embargo mis ojos
no preguntan nada.

El hombre detrás del bigote
es serio, simple y fuerte.
Casi no conversa.
Tiene pocos, escasos amigos
el hombre detrás de los anteojos y del bigote.

Dios mío, por qué me abandonaste
si sabías que yo no era Dios
si sabías que yo era débil.

Mundo mundo vasto mundo,
si yo me llamase Raimundo
sería una rima, no sería una solución.
Mundo mundo vasto mundo
más vasto es mi corazón.

No te lo debía decir
pero esa luna
pero ese coñac
lo dejan a uno conmovido como el diablo.


En medio del camino

En medio del camino había una piedra
había una piedra en medio del camino
había una piedra
en medio del camino había una piedra.

Nunca me olvidaré de ese acontecimiento
en la vida de mis retinas tan fatigadas.
Nunca me olvidaré que en medio del camino
había una piedra
había una piedra en medio del camino
en medio del camino había una piedra.


El sobreviviente

Imposible componer un poema a esta altura de la evolución de la humanidad.
Imposible escribir un poema -ni siquiera una línea- de verdadera poesía.
El último trovador murió en 1914.
Tenía un nombre que nadie recuerda más.
Hay máquinas terriblemente complicadas para las necesidades más simples.
Si quieres fumar un cigarro aprieta un botón.
Los sacos se abotonan por electricidad.
El amor se hace por radio.
No es necesario el estómago para la digestión.

Un sabio declaró a "El Diario" que aún
falta mucho para que alcancemos un nivel
razonable de cultura. Pero hasta entonces,
felizmente, estaré muerto.

Los hombres no mejoraron
y se matan como piojos.
Los piojos heroicos renacen.
Inhabitable, el mundo está cada vez más habitado.
Y si los ojos reaprendieren a llorar sería un segundo diluvio.

(Me parece que escribí un poema).


Convite triste

Amigo mío, vamos a sufrir
vamos a beber, vamos a leer el diario,
vamos a decir que la vida es pésima,
amigo mío, vamos a sufrir.

Vamos a hacer un poema
o cualquier otra tontería.
Por ejemplo mirar una estrella
por mucho tiempo, mucho tiempo
y dar un hondo suspiro
o cualquier otra tontería.
Vamos a beber Whisky, vamos
a beber cerveza negra y barata
beber y gritar y morir,
o ¿quién sabe? tan sólo beber.

Vamos a insultar a la mujer
que está envenenando la vida
con sus ojos y sus manos
y el cuerpo que tiene dos senos
y también tiene un ombligo.
Amigo mío, vamos a insultar
el cuerpo y todo lo que es suyo
y que nunca será alma.

Amigo mío, vamos a cantar,
vamos a llorar despacito
y a escuchar mucha victrola,
después embriagados vamos
a beber otros secuestros
(la mirada obscena y la mano idiota)
después a vomitar y a caer
y dormir.


Procura de la poesía

No hagas versos sobre acontecimientos.
No hay creación ni muerte ante la poesía.
Frente a ella la vida es un solo estático,
no calienta ni ilumina.
Las afinidades, los aniversarios, los incidentes personales no cuentan.
No hagas poesía con el cuerpo,
ese excelente, completo y confortable cuerpo, tan enemigo de la efusión lírica.
Tu gota de bilis, tu máscara de gozo o de dolor en lo oscuro
son indiferentes.
Ni me reveles tus sentimientos,
que se prevalecen del equívoco y tientan el largo viaje.
Lo que piensas o sientes, eso aún no es poesía.

No cantes a tu ciudad, déjala en paz.
El canto no es el movimiento de las máquinas ni el secreto de las casas.
No es la música oída de paso; rumor del mar en las calles junto a la línea de espuma.
El canto no es la naturaleza
ni los hombres en sociedad.
Para él, lluvia y noche, fatiga y esperanza, nad significan.
La poesía (no extraigas poesía de las cosas)
elide sujeto y objeto.

No dramatices, no invoques,
no indagues. No pierdas tiempo en mentir.
No te aborrezcas.
Tu yate de marfil, tu zapato de diamante,
vuestras mazurcas y supersticiones, vuestros esqueletos de familia,
desaparecen en la curva del tiempo, son inservibles.

No recompongas
tu sepultada y melancólica infancia.
No osciles entre el espejo y la
memoria en disipación.
Que se disipó, no era poesía.
Que se partió, cristal no era.

Penetra sordamente en el reino de las palabras.
Allá están los poemas que esperan ser escritos.
Están paralizados, mas no hay desesperación,
hay calma y frescura en la superficie intacta.
Helos allí solos y mudos, en estado de diccionario.
Convive con tus poemas, antes de escribirlos.
Ten paciencia, si oscuros. Calma, si te provocan.

Espera que cada uno se realice y consuma
con su poder de palabra
y su poder de silencio.
No fuerces al poema a desprenderse del limbo.
No recojas en el suelo el poema que se perdió.
No adules al poema. Acéptalo
como él aceptará su forma definitiva y concretada
en el espacio.

Acércate y contempla las palabras.
Cada una
tiene mil faces secretas sobre la neutra faz
y te pregunta, sin interés por la respuesta,
pobre o terrible, que le des:
¿Trajiste la llave?

Repara:
yermas de melodía y de concepto,
ellas se refugian en la noche, las palabras.
Aún húmedas e impregnadas de sueño
rolan en un río difícil y se transforman en desprecio.

Todos los poemas son traducción de Manuel Graña Etcheverry. Revisada y aprobada por el autor. Editorial Losada. Buenos Aires, 1967.

Carlos Drummond de Andrade. Nació en Itabira (Estado de Minas de Gerais) en 1901. Considerado uno de los más importantes y originales poetas brasileños y latinoamericanos. Poeta de voz presente de América. Muere en el año 1987.

jueves, octubre 19, 2006

Xavier Villaurrutia (México)

Poesía

Eres la compañía con quien hablo
de pronto, a solas.
Te forman las palabras
que salen en silencio
y del tanque del sueño en que me ahogo
libre hasta despertar.

Tu mano metálica
endurece la prisa de mi mano
y conduce la pluma
que traza en el papel su litoral.

Tu voz, hoz de eco,
es el rebote de mi voz en el muro,
y en tu piel de espejo
me estoy mirando mirarme por mil Argos
por mí largos segundos.

Pero el menor ruido te ahuyenta
y te veo salir
por la puerta del libro
o por el atlas del techo,
por el tablero del piso,
o la página del espejo,
y me dejas
sin más pulso ni voz y sin más cara,
sin máscara como un hombre desnudo
en medio de una calle de miradas.

Nocturno en que nada se oye

En medio de un silencio desierto como la calle antes del crimen
sin respirar siquiera para que nada turbe mi muerte
en esta soledad sin paredes
al tiempo que huyeron los ángulos
en la tumba del lecho dejo mi estatua sin sangre
para salir en un momento tan lento
en un interminable descenso
sin brazos que tender
sin dedos para alcanzar la escala que cae de un piano invisible
sin más que una mirada y una voz
que no recuerdan haber salido de ojos y labios
¿qué son labios? ¿qué son miradas que son labios?
y mi voz ya no es mía
dentro del agua que no moja
dentro del aire de vidrio
dentro del fuego lívido que corta como el grito
Y en el juego angustioso de un espejo frente a otro
cae mi voz
y mi voz que madura
y mi voz quemadura
y mi bosque madura
y mi voz quema dura
como el hielo de vidrio
como el grito de hielo
aquí en el caracol de la oreja
el latido de un mar en el que no sé nada
en el que no se nada
proque he dejado pies y brazos en la orilla
siento caer fuera de mí la red de mis nervios
mas huye todo como el pez que se da cuenta
hasta ciento en el pulso de mis sienes
muda telegrafía a la que nadie responde
porque el sueño y la muerte nada tienen ya que decirse.

Nocturno amor

a Manuel Rodríguez Lozano

El que nada se oye en esta alberca de sombra
no sé cómo mis brazos no se hieren
en tu respiración sigo la angustia del crimen
y caes en la red que tiende el sueño
Guardas el nombre de tu cómplice en los ojos
pero encuentro tus párpados más duros que el silencio
y antes que compartirlo mataría el goce
de entregarte en el sueño con los ojos cerrados
sufro al sentir la dicha con que tu cuerpo busca
el cuerpo que te vence más que el sueño
y comparo la fiebre de tus manos
con mis manos de hielo
y el temblor de tus sienes con mi pulso perdido
y el yeso de mis muslos con la piel de los tuyos
que la sombra corroe con su lepra incurable
Ya sé cuál es el sexo de tu boca
y lo que guarda la avaricia de tu axila
y maldigo el rumor que inunda el laberinto de tu oreja
sobre la almohada de espuma
sobre la dura página de nieve
No la sangre que huyó de mí como del arco huye la flecha
sino la cólera circula por mis arterias
amarilla de incendio en mitad de la noche
y todas las palabras en la prisión de la boca
y una sed que en el agua del espejo
sacia su sed con una sed idéntica
De qué noche despierto a esta desnuda
noche larga y cruel noche que ya no es noche
junto a tu cuerpo más muerto que muerto
que no es tu cuerpo ya sino su hueco
porque la ausencia de tu sueño ha matado a la muerte
y es tan grande mi frío que con un calor nuevo
abre mis ojos donde la sombra es más dura
y más clara y más luz que la luz misma
y resucita en mí lo que no ha sido
y es un dolor inesperado y aún más frío y más fuego
no ser sino la estatua que despierta
en la alcoba de un mundo en el que todo ha muerto.

Xavier Villaurrutia. Nació en México, el 27 de marzo de 1903 y murió en la misma ciudad el 25 de diciembre de 1950. Dirigió, con Salvador Novo, la revista Ulises (1927-1928) y formó parte del grupo de la revista Contemporáneos (1928-1931). Como poeta evolucionó de una percepción simple de la poesía a concepciones en que la alucinación, el sentido de la noche, el tema de la muerte, habrían de ser temas de su poesía. La representación plástica de las emociones proporcionan uno de los aspectos definidos de su sensibilidad, particularmente en sus "nocturnos".

jueves, octubre 12, 2006

León de Greiff (Colombia)

León de Greiff

A los 13 panidas

Porque me ven la barba y el pelo y la alta pipa
dicen que soy poeta..., cuando no porque iluso
suelo rimar -en verso de contorno difuso-
mi viaje byroniano por las vegas del Zipa...,

tal un ventripotente agrómena de jipa
a quien por un capricho de su caletre obtuso
se le antoja, fingirse paraísos...! ¡al uso
de alucinado Poe que el alcohol destripa!,

de Baudelaire diabólico, de angelical Verlaine,
de Arthur Rimbaud malévolo, de sensorial Rubén,
y en fin... ¡hasta del Padre Víctor Hugo omniforme...!

¡Y tánta tierra inútil por escasez de músculos!
¡tánta industria novísima! ¡tánto almacén enorme...!
Pero es tan bello ver fugarse los crepúsculos...
(1916)

Balada de los Búhos estáticos
A mis hermanos los búhos
como una santa palabra,
como un confuso diseño,
esta balada macabra.
ENVÍO

I
La luna estaba lela
y los búhos decían la trova paralela!
La luna estaba lela,
lela,
en el lelo jardín del aquelarre.

Y los búhos decían su trova,
y arre, arre,
decían a su escoba
las brujas del aquelarre...

En el jardín los árboles eran rectos, retóricos,
las avenidas rectas, los estanques retóricos...
retóricos,
y en fila los búhos, rectos, retóricos, retóricos...

Y allí nada se vía irregular:
los bancales de forma regular
-cuadrados, cuadrados-
las regulares platabandas,
los árboles endomingados
geométricamente, conos dados...
todo perfecto, exacto, regular.

Y eran las sombras semejantes,
y los perfumes semejantes,
y los aromas semejantes,
y, en medio de todo, los búhos
decían idénticos dúos
semejantes,
los idénticos búhos!

Oh jardín de mis sueños neuróticos
donde ensueñan cerebros caóticos
ensoñares macabros, exóticos!

Y los búhos tejían la trova paralela,
y la luna estaba lela,
y en la avenida paralela
las brujas del aquelarre
torvas decían: ¡arre! ¡arre!
escoba, ¡escoba del aquelarre!

II
La luna estaba lela
y los búhos decían la trova paralela.
-El padre de los búhos era un búho sofista
que interrogó a los otros al modo modernista:
los búhos contestaron, contestaron la lista...-

Y eran seis bellos búhos plantados en la rala
copa de un chopo calvo. Y el pintor agita el ala
y al instante se inicia la trova paralela,
trova unánime y sorda, extraña cantinela
que coloquian los búhos ordenados en fila.

El búho más lejano su voz de flauta hila...
El que sigue canta como un piano de cola,
un otro es la trompeta, y entre la batahola
se acentúa el violín y todo el coro ulula
la macabra canción que el conjunto regula.

La luna sigue lela,
lela,
y sigue la trova paralela...

III
Ya se ha ido la luna.
Ya los búhos cesaron la trova inoportuna:
el jardín ha nacido con el alba radiosa;
el estanque palpita -nada, nada reposa.
Los niños triscan, triscan por el jardín florido,
y las aves ensayan su arrullo desde el nido!

Los estáticos búhos huyeron de la extraña
lumbre del sol que todo lo falsifica y daña.
Los estáticos búhos huyeron, y en su hueco,
-oculto entre las ramas del chopo calvo y seco-
aguardan el exilio del sol que adula y finge,
que ilusiona y que irisa, y aguardan que la esfinge
-la muda y desolada y la fría-, la luna,
se venga con la noche, se venga lela, lela,
para decir de nuevo la trova paralela!

A mis hermanos los búhos
como una santa palabra,
como un confuso diseño,
esta balada macabra.
ENVÍO
Año de 1914, Medellín, Colombia.


Balada de la fórmula definitiva y paradojal

A Tisaza y Jovica;
locos también

I
Necias disquisiciones de fastidiosa ética:
mi cabeza, la ilusa, anda muy mal de juicio...
(¡peor la flaca bolsa, de irónica aritmética...!)
Le pregunté a la Esfinge que tengo a mi servicio:
-oh, ¿cuál será la fórmula de virtud o de vicio,
que rija mis futuros?- y los abstrusos senos
musitaron unánimes, en tono profético:
todo no vale nada, si el resto vale menos...!

II
Eblís llévese entonces la ilusión que acaricio,
me dije, seducido por frase tan sintética;
acudí, sin embargo, a otro dios más propicio:
al Buda que reniega la física kinética...
Pendía de sus labios de palidez ascética
y preso oí del verbo los indecibles trenos,
la turbia paradoja de recia apologética:
todo no vale nada si el resto vale menos!

III
Pero no satisfecho de esa sentencia herética
(tan absurda a las fibras de mi amante edificio),
fui tras otras palabras de más suave fonética,
que curasen mi trágico padecer adventicio.
Ninguna, nó, ninguna, dio con el artificio
de ese bálsamo amable de perfumes amenos!
Todas fueron acordes cantando el epinicio:
todo no vale nada, si el resto vale menos!

ENVÍO
¿A cuál? ¿A quién?: ¡al cínico señor del Maleficio,
al misterioso búho de alma peripatética!
Singlaremos entonces con rumbo al precipicio,
con rumbo al precipicio y a la nada hipotética,
pero iremos impávidos, ecuánimes, serenos,
diciendo la parábola desdeñosa y estética:
todo no vale nada, si el resto vale menos!
(1918)

León de Greiff. Nació en Medellín el 22 de julio de 1895. En 1914 viaja a Bogotá y luego en 1915, funda en Medellín la Revista Panida. Miembro de la Comisión encargada de repatriar las cenizas del poeta colombiano Porfirio Barba Jacob. En 1964, el rey de Suecia le confiere la condecoración de la Estrella del Norte, en el grado de Caballero. En 1968 asiste al Congreso de la Cultura celebrado en La Habana (Cuba) y es jurado en el premio de Poesía del concurso Casa de las Américas. La Universidad del Valle le confiere el título académico de doctor Honoris Causa en Letras, en 1975. Muere en la madrugada del domingo 11 de junio, en Bogotá, en 1976.

"En una redada de policía que hubo en Bogotá en años pasados, cayó, entre otras muchas personas, León de Greiff, quien se hallaba departiendo con otros literatos y poetas alrededor de una de las mesillas del célebre "Café Automático". Conducidos en carros radiopatrullas a la Inspección de la calle cuarenta, allí fueron todos requisados, aligerados de los papeles que llevaban en los bolsillos, y provisionalmente mandados a los calabozos, mientras en las oficinas se examinaban con detenimiento aquellos papeles, en averiguación de posibles planes subversivos. Una vez terminada la minuciosa inspección, casi todos los detenidos fueron puestos en libertad. Pero León se quedó adentro, como sujeto a todas luces peligroso. El investigador había leído y releído los papeles del poeta, y como no entendiera una palabra, había exclamado con un lampo de triunfo en los ojos: "¡Esta es una clave secreta! ¡Aquí está la clave de los revolucionarios!".
Se trataba, desde luego, de algunos de los poemas manuscritos de León de Greiff; y no le faltaba completamente razón a aquel celoso servidor de la causa del orden. León de Greiff es, en el ámbito de la poesía... el inventor y guardián de la clave de una revolución..." Juan Lozano y Lozano.